Parece que hace años que estuvimos en el hielo.
El paisaje ha cambiado completamente, así que a ver si os vamos poniendo al día.
Hemos vuelto a cruzar la FRONTERA.
De Bariloche a Chiloé.
780 kilómetros.
10 horas de autobús.
Entrar en Chile es un poco complicado porque son muy estrictos y no permiten la entrada de ningún producto de origen animal o vegetal.
La declaración jurada que tienes que firmar dice que no ingresas en el país ni siquiera con una pieza de fruta.
Ese control supone que todos los pasajeros de los autobuses bajan con su equipaje de mano, los conductores vacían el maletero, la policía sube y registra el autobús y todos los bultos pasan por el escaner.
Las colas que se forman son monumentales.
Atención: Carabineros chilenos abstenerse de seguir leyendo.
Medio kilo de frutos secos, dos naranjas y una manzana. Es nuestro botín.
Como somos muy listos y nos sabíamos lo del escaner, las mochilas y la policía mirando en los asientos del bus, nos metemos todo eso en los bolsillos del goretex.
Ahora viene la sorpresa: no sabemos dónde meternos cuando vemos aparecer un perro con uniforme de policía y nos hacen ponernos en fila.
Nos huele uno por uno. Se para mucho, lo olfatea todo.
Sería muy triste crear un conflicto internacional y que tenga que venir Sarcozy a salvarnos por unas almendras.
Qué vergüenza que te hagan salir de la fila y vaciar los bolsillos. Por no hablar de la multa. No queremos ni pensarlo. Ni nos miramos.
Está acatarrado, no ha olido nada. Volvemos a respirar.
Sería muy gracioso tener una foto del chucho pero habría salido movida, estábamos temblando.
Después de esta entrada un tanto accidentada llegamos a Castro, la capital de CHILOÉ.
Es una isla chilena en el Pacífico en la que según nuestra guía "cuando no está cubierto de neblina o lloviendo es porque está lloviznando."
Tal cual, las dos horas que nos cuesta atravesar la isla hasta nuestro alojamiento son así.
Más vale que el Hostel es muy acogedor y enseguida entramos en calor.AL CALOR DE LA ESTUFA
Pan y mermelada caseros en el desayuno, fruta fresca.
Enseguida nos sentimos bien. Es una isla amable, se detiene el tiempo.
Mágica Chiloé.
Los hombres son gente de mar; algueros, mariscadores y pescadores.
Las mujeres tejen y cuidan sus huertas para vender en el mercado bufandas y ajos chilotas; jerseys de pura lana y patatas.
Hablando de patatas, no comíamos tortilla de patatas desde Nochevieja y pensamos que en Chiloé tenía que saber riquísima.
Compramos lechuga, tomate, huevos y patatas y salimos a comer a la terraza después de una mañana en el mercado.
MEDIODÍA
Insuperable. El huevo es color huevo. Si cierras los ojos puedes oler el tomate.
Recuperamos sabores de verdad.
Esta comida está lejos de las algas, el curanto y las ostras típicas de la gastronomía chilota, pero eso lo dejamos para el que venga a hacer la Guía Michelín, que se lo curre un poco.
La "bella Castro" tiene más que ofrecer que los mercados tradicionales. Uno de sus mayores atractivos son los PALAFITOS.
Son casas construidas sobre estacas de madera en el agua.
Nuestro hostel es uno de ellos.
PALAFITO HOSTEL
Es el que tiene el lateral amarillo y rojo, a la derecha de la imagen.
Cuando sube la marea sientes las olas debajo de tus pies. La otra noche nos despertó la subida de marea y nos encojíamos instintivamente en la cama, intentando evitar la ola que nunca llega. Toda una sensación.
Si a eso le sumamos que estamos en zona de tsunamis y terremotos, se vuelve todavía más emocionante.
EN CASO DE DUDA SIGUE LA FLECHA
Este cartel es frecuente en las zonas cercanas al mar en esta isla. Así no te vuelves loco y sabes hacia dónde echar a correr. Muy práctico.
Además de ser una isla que conserva la forma de vida tradicional, Chiloé tiene más de 150 IGLESIAS de madera.
16 de ellas son PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD. Seguro que la Wikipedia tiene unas fotos estupendas.
Nosotros hemos visitado tres de ellas: Dalcahue, Achao y Curaco.
El primero de esos pueblos está en la Isla Grande de Chiloé y los otros dos en Quinchao, más pequeña y con acceso fácil en ferry.
Entre isla e isla nos encontramos con la PLAYA DE RAHUE.
ÉSTA SÍ, ÉSTA NO
Mar abierto, PACÍFICO bravo.
Una playa diferente. Piedras, fósiles, buscadores de oro y algas con las que puedes jugar a que parezcan lo que tú quieras.
La ida a la playa la hacemos andando y la vuelta en ranchera, con los aparejos de pesca y el viento en la cara.
MELENA AL VIENTO
No hemos vuelto a hablar de la lluvia.
Desapareció la primera noche y nos regaló unos días de sol.
Nos llevamos de Chiloé la receta del pan casero de Liz y Viola, unos pendientes mapuches y su magia.
Querida Chiloé.