Agotados.
Bajamos de Machu Picchu andando, el camino se ve diferente sin lluvia y con luz. Más que nada se ve, 12 horas después.
La bajada la disfrutamos con la tarea hecha. Mucha vegetación, mucha humedad y escaleras empinadas nos llevan a AGUAS CALIENTES, Machu Picchu Pueblo.
Allí nos espera una "sorpresita", último regalo de la agencia. Se supone que nuestro tren a Cuzco sale a las 18'45H pero los billetes que tenían que habernos dado los guías no aparecen por ninguna parte y ellos tampoco.
Nuestros compas de viaje han llegado antes al pueblo y entre los faxes que han mandado los belgas y los rezos del brasileño lo han solucionado. Nos alegramos de tener sitio en el tren de las 21'30 H. Teniendo en cuenta que ese día nos habíamos levantado a las 4'00 H la jornada va a ser bien larga.
Nos bajamos del tren a las 23'30 H en Ollantaytambo.
La ilusión que nos hacía ver un cartel con nuestros nombres, como nos habían dicho, se queda en eso. Pura ilusión. Nadie nos espera y estamos a 80 kilómetros de Cuzco .
Nos rodean muchos conductores que casi nos arrastran a sus coches pero conseguimos mantenernos juntos y encontrar a Pedro, el hombre contratado por la agencia con el que tenemos que hacer el último trayecto.
El minibus está lleno y nos toca sentarnos al lado del conductor.
Pedro conduce muy rápido.
Pedro tiene sueño.
Pedro se duerme.
Edorta agarra el volante justo a tiempo.
Pedro se asusta y se le quita el sueño.
Joao no da a basto dando gracias a todos los santos y vírgenes brasileñas.
A la 1'00 H llegamos a la Plaza de Armas de Cuzco.
Es digno de ver lo espabilados que estamos todos y lo rápido que nos bajamos.
Damos por terminada la etapa más peligrosa del trekking Salkantay y después de las despedidas cada mochuelo a su olivo.
Caemos rendidos en la cama, la noche de Cuzco es fría y las mantas calientes.
Cama y mantas, dos palabras que no vamos a utilizar en las próximas cuatro noches.
En Cuzco empezamos el VIAJE A IGUAZÚ.
Cuando decidimos en Humahuaca -el norte de Argentina- ir a Machu Picchu no pensamos en cómo hacer el camino de vuelta .
El trayecto en avión supone tres días y 600$ USA. Demasiados dólares.
Tenemos más tiempo que dinero, así que decidimos hacerlo en bus.
Nos dicen que tenemos que ir dirección a La Paz, allá vamos.
El jueves 14 de abril a las 22'30 H empezamos el primer trayecto . Serán 14 horas de autobús incluyendo el paso de la frontera de Perú a Bolivia , desandando el camino. La cola para salir de Perú es inmensa. Muchísima gente a las 6'00 H cargados con bultos gigantes. Es la primera vez en todo el viaje que se nos acaba la batería de la cámara de fotos. Una lástima, la actividad era frenética. Echaremos de menos ese video.
Después del trámite de la frontera en Desagüadero el viaje transcurre de lo más tranquilo hasta que llegamos a 10 kilómetros de La Paz.
Los campesionos bolivianos, sobre todo los que cultivan coca, están contentos con Evo Morales pero el resto del país está en huelga. Han cortado la autopista y nos toca bajarnos del bus y buscar un taxi en una ruta paralela que nos acerque a la terminal. Estamos de suerte, encontramos el taxi y lo compartimos con una mujer argentina que lo paga porque nosotros no tenemos bolivianos, los compraremos en La Paz.
A LA ESPERA
Pasamos unas horas en la ciudad cambiando moneda, comprando víveres y viendo la vida pasar en la terminal, nuestro cuarto de estar durante estos días.
Compramos los billetes a Santa Cruz, rumbo al Este, a pesar de que las compañías no aseguran la salida de la flota por los piquetes que cortan los accesos a la capital.
Pasan las 17'00 H, las 18'00 H y a las 19'00 H salimos . Al grito de "Todos al suelo" obedecemos y mientras los pasajeros estamos tirados intentando hacernos invisibles, el conductor da unas cuantas vueltas por la ciudad buscando una ruta de salida evitando a los piqueteros. Lo conseguimos. Sólo quedan 17 horas de plácido viaje atravesando Bolivia antes del próximo avituallamiento.
Cada vez hace más calor, tanto que Edorta se corta el pelo en Santa Cruz.
Con sandalias, tirantes y la cabeza despejada buscamos el siguiente bus con destino Asunción, la capital de Paraguay.
Este trayecto es más complicado. La entrada en Paraguay supone el mayor control antidroga que hemos pasado. Nos revisan absolutamenteo todo, cada página del diario. Por si esto no fuera suficiente cada pocos kilómetros hay policías que quieren subir al bus y volver a registrarlo todo si los conductores no les dan dinero. Parece que lo tienen previsto y van soltando billetes. Esperamos que no se les acaben antes de tiempo.
La carretera es una línea recta. A veces asfaltada, a veces no.
El paisaje es tropical. Las ventanillas están abiertas. Hace más calor. Ya falta poco.
En Asunción cambiamos pesos argentinos por guaraníes para comprar el pasaje a Ciudad del Este, última escala antes de Iguazú.
Nos avisan de que es un lugar peligroso, con mucha inseguridad pero afortunadamente no apreciamos nada de eso en las dos horas que pasamos en la terminal.
A las 6'00 H sale el bus a Puerto Iguazú, qué cerca estamos.
Son apenas unos kilómetros pero la llegada se complica.
Nos montamos en un autobús urbano. Nos bajamos para pasar el Control de Migración de la entrada en Brasil ( Es inevitable pasar por Foz de Iguazu). Caminamos cruzando un puente y buscamos la frontera para salir de Brasil. Compramos unos plátanos, el desayuno de hoy. Son las 6'30 H; el sol quema y las calles y carreteras están abarrotadas.
Hacemos el papeleo para salir de Brasil.
Nos sellan el pasaporte para entrar en Argentina.
Cogemos otro bus y nos bajamos al ver un cartel que dice PUERTO IGUAZÚ.
Son las 10'30H de la mañana del lunes 18 de abril. Hemos llegado.
Esperamos que estéis cansados, hartos de autobuses, fronteras y cambios de moneda como lo estuvimos nosotros.
Ahora toca disfrutar, otra vez.
Cogemos la cama con ganas después de cuatro noches de autobús y con una buena comida y las fuerzas repuestas ya estamos listos para ir a las CATARATAS DE IGUAZÚ.
Pasamos un día en el Parque Nacional Iguazú, de 8'30 H a 18'00 H y seguro que nos creéis si os decimos que se pasaron volando.
Vamos en tren, en barca y caminamos todos los senderos y pasarelas posibles. No nos cansamos de ver volar mariposas, nos salpicamos en La Garganta del Diablo y el ruido del agua es constante.
El día es precioso, soleado y los arco iris aparecen y desaparecen miles de veces ante nuestros ojos.
Agua, mariposas, arco iris y ruido.
La emoción más fuerte del día es la Aventura Náutica.
Son apenas 20 minutos en barca que te acercan a la base de varias caídas de agua.
Qué sensación, qué gritos.
La barca se mete justo debajo de la caída de agua.
Son unos segundos en los que no vemos nada. Oímos gritos, los míos incluidos y sentimos el agua azotándonos por todas partes.
Nos sentimos agua.
Nos vamos satisfechos a pesar de no haber cruzado a la parte brasileña. Necesitaríamos otro día, otro paso de fronteras y nuestro pasaporte se esconde cuando metemos la mano para buscarlo. Dice que no.
EMPAPADOS
De Iguazú cogemos el bus a BUENOS AIRES, un paseo de 18 horas en un autobús muy cómodo con catering a bordo, películas y circulando por carreteras asfaltadas. Es como caminar por la alfombra roja.
Vemos la estación de Retiro y pensamos que el reviaje está llegando a su fin. Éste ha sido el último trayecto largo de bus.
Hemos hecho las cuentas:
17385 kilómetros recorridos en autobús para los que hemos empleado 393 horas.
Ahora nos queda una semana para disfrutar del otoño porteño.
Volvemos a alquilar un apartamento en Palermo, nos gusta el barrio.
Los días se nos pasan comiendo, durmiendo, haciendo deporte, viendo la tele y paseando.
La cámara de fotos también ha pedido una tregua.
El traje de turista lo sacamos sólo para ir a San Telmo.
Sabemos que muchas mañanas de domingo querremos volver.
A comer pan relleno, tomar un jugo y pisar los adoquines de la calle Defensa.
Ya lo echamos de menos.